En otros tiempos; quienes llevamos casi 40 años trabajando en la difusión de la noviolencia, influenciados por Gandhi, Luther King, Jean Marie Muller, John Paul Lederach, E. Fromm, Gonzalo Arias, etc.; decíamos que para Educar para la Paz, primero había que Educar para una Cultura de Paz. Entendíamos en aquel momento y seguimos entendiendo hoy, que no se les puede pedir “peras al olmo”. Si vivimos permanentemente rodeados de una cultura de violencia, de desigualdades, de injusticias derivadas de una legalidad injusta, de atropellos, de esclavitud, y de una cultura de justificación de todas estas violencias, injusticias, etc., difícilmente será que se entienda, que se comprenda en toda su amplitud, en toda su profundidad lo que nos han enseñado los autores y las personas antes mencionadas, con respecto a lo que implica abordar seriamente la Educación para la Paz.
Entendíamos en aquel tiempo, que educar para una Cultura de Paz, suponía introducir en el currículum escolar, la educación para la MEJORA DE LAS RELACIONES INTERPERSONALES: que nos llevaría al Desarrollo de actitudes Sociales que favorezcan una Relación Positiva de los individuos de una determinada sociedad, la educación para la IGUALDAD DE ROLES, COMPORTAMIENTOS Y DERECHOS SIN DIFERENCIA DE GENERO O SEXO: que nos llevará a corregir Estereotipos y Desigualdades por razones de Sexo y Género, la Educación en la SOLIDARIDAD Y LA COOPERACIÓN: que nos llevaría a anteponer la Cooperación a la Individualidad. El trabajo en Grupo a la Competitividad. El trabajo desinteresado a la Rentabilidad, la educación para la ECOLOGIA: que favorecería el entendimiento de la armonía que debe haber entere el ser humano y la Naturaleza, la educación en DERECHOS HUMANOS: favorecería la formación y los medios necesarios para que el hombre pueda vivir y exigir una vida Digna de acuerdo a su condición y como medio para el Desarrollo de las Cualidades Humanas, la educación para la Resolución Justa de los CONFLICTOS: que nos llevará inexorablemente a Conocer la Realidad y a sentar las bases para su lógica mejora y transformación, la educación para El DESARME: que ofrecería información, análisis y la búsqueda de alternativas a la Investigación, Fabricación, Venta y Aplicación, de los armamentos, la educación para la DESOBEDIENCIA: favoreciendo los comportamientos éticos de los individuos, la capacidad de Decisión, la Responsabilidad, la Coherencia y el ser Consecuente con lo que piensa y con lo que se cree, y por último la educación para la NOVIOLENCIA: que nos llevaría al conocimiento de lo que implica AHIMSA definida por Gandhi, como forma de Vida y como estrategia de lucha.
Hubo un tiempo en el que los currículum escolares incluían las materias que llamaban “transversales”, que “obligatoriamente” había que introducir en todas las áreas educativas. Estas áreas transversales coincidían, al menos en el enunciado, con las áreas que acabamos de mencionar para el desarrollo de una Cultura de Paz.
Si el profesorado estaba “casi obligado” a introducir estas áreas transversales en el currículum que tenía que desarrollar, se veía de alguna manera llamado a su formación, con respecto a estas áreas. Esto también posibilitó que se crearan muchos grupos de Trabajo por la Paz, que se impartiera muchos cursos de Cooperación, Resolución de Conflictos, Medioambiente, Coeducación, Noviolencia, Desarme, etc.,
Pero todo esto acabó. Los grupos de Trabajo por la Paz, fueron desapareciendo o se “descafeinaron”, a medida que la administración los fue mercantilizando y manipulando, y al mismo tiempo, desapareció esa “obligatoriedad” de las áreas transversales.
Llegamos a la triste realidad, que nos inunda de las siguientes preguntas: ¿cómo es posible que un buen número de nuestros jóvenes sean hoy machistas, xenófobos, intolerantes, consumistas, etc? ¿cómo es posible, que no se genere un rechazo colectivo de la comunidad educativa, cuando una institución como la militar, que su principios son los de la intolerancia, machismo, obediencia, y la aplicación de la violencia, etc., se introduce en el recinto escolar?
Posiblemente la respuesta a estas preguntas y a otras las encontremos fuera del recinto escolar, pues la escuela no es ni más ni menos que un reflejo de lo que nos encontramos en la calle y si en la calle tenemos una sociedad machista, violenta y xenófoba, esto es lo que vamos a tener también dentro.
Antiguamente, pensábamos que a través de la escuela podíamos cambiar el mundo, porque pensábamos que educar, -principalmente-, se hacía en la escuela, y que con buenos programas y profesorado bien preparado, se podrían conseguir individuos, responsables, solidarios, tolerantes, noviolentos, etc. Hoy nos damos cuenta de que se está educando desde cualquier medio, menos desde la escuela. Porque en la escuela, ahora, no se educa se “enseña”. Se enseñan las reglas matemáticas, las reglas informáticas, los procesos químicos y físicos, la cultura anglosajona, etc, y se consiguen muy buenos matemáticos, informáticos, químicos y bioquímicos, grandes interpretes e incluso algún insigne escritor, capaces de hacer grandes cálculos, bonitos diseños, grandes obras de ingeniería, perfectos ordenadores y máquinas capaces de sustituir, al ser humano en todo lo que se propongan, quedando así la escuela sólo para enseñar aquello que sería más difícil y complicado de aprender fuera de ella, mientras que de la educación ya se encargan los medios de comunicación, las multinacionales, los oligopolios, los bancos, la OCDE, etc.
Los programas y currículos escolares, diseñados por estas instituciones y organismos que se dedican a “educar” fuera de la escuela, han quedado como programas destinados a “enseñar”, desapareciendo prácticamente de ellos valores y comportamientos éticos basados en una moral humanizadora, de la que estas organizaciones e instituciones carecen. El ejemplo más claro lo tenemos en el “varapalo” que dio el Partido Popular a través de la reforma educativa del impresentable Wert, a la filosofía.
Ahora a través de los CEP (Centros de Profesores) se imparten cursos, como el que impartió el CEP de Antequera y nos consta que en otros CEPs, donde se recurre a los siguientes términos para difundir las jornadas (# JIPATq17): "combate, reto, armas, batalla, ataque, lucha, reclutamiento, guerrero, enemigo, grito de guerra, torneo, justas, guerra, misil, ganadores", y donde el eje central de las jornadas se centra en la máxima: "El segundo es el primero de los perdedores”.
Por si quedaba algún reducto “educativo” dentro de la escuela, ahora, los que “educan” desde el exterior, con este tipo de tipo de Pseudopedagogía, se apoderan del sistema de enseñanza difundiendo sus valores y su pensamiento único, creado a partir de la expropiación de métodos de pedagogías que se crearon para transformar la sociedad -Freinet, Freire, Ferrer y Guardia, Giner de los Ríos, etc– poniéndolas al servicio de los intereses de la OCDE y las grandes corporaciones financieras y filantro-capitalistas para asegurar la adaptación social y legitimar la conversión de la práctica totalidad de las personas en capital humano al servicio de la economía capitalista globalizada .
Adela Cortina, en su libro “Ética de la sociedad civil” de Anaya, ofrece “Siete propuestas para construir en serio un mundo humano”, y empieza hablando del programa de la UCA en El Salvador, que contempla como una de sus asignaturas la “realidad nacional”: porque entendía Ellacuría, y siguen entendiendo quienes allá organizan el plan de estudios, que quien desee “formarse” de una manera auténtica no puede volver la espalda a la realidad social, sino que ha de encargarse de ella, responder de ella y cargar con ella.
Dice Adela Cortina:
“Quien opta por la frivolidad, se ha desligado de la realidad, se niega a hacerse responsable de ella, a encargarse de ello y a cargar con ella. Lo cual no deja de ser una alienación, que acaba pagándose, porque la realidad es al cabo insobornable. Por eso urge, optar por una moral de la responsabilidad, que se toma la realidad humana y natural en serio.”
“En países con democracia liberal tenemos un proyecto común, que es el de construir una convivencia fecunda. Para ello es preciso abjurar de una moral de la adustez, obsesionada por prohibir, limitar, cortar, desilusionar, desanimar. Así mismo es necesario alejarse como de la peste de una moral de la frivolidad y la superficie, que desconozca el sabor de la profundidad. Por tanto, urge optar por una moral de la responsabilidad, que nos impele a tomar en serio la construcción de nuestra realidad social, sencillamente porque la realidad social es una cosa seria y una cosa nuestra. En esta tarea deben de contar con un lugar preferente aquellos que dan respuestas a las preguntas que se plantean. Debemos de estar convencidos que esta empresa merece la pena. Esta convicción no puede degenerar en dogma, sino que debe ser una convicción racional, basada en razones y siempre abierta a ser racionalmente criticada.”
“Cada persona es absolutamente valiosa, un fin en sí misma, y no puede tratársele como un simple medio. Cada persona es una interlocutora válida, que debe tenerse en cuenta en las decisiones que le afecta. No se puede tolerar que no se respeten a las personas. Que se tomen decisiones que les afectan sin tenerlas significativamente en cuenta. Y esta “intolerancia” a mi entender, es irrenunciable.”.
En fin todo lo contrario a lo que hoy se vive en los centros escolares, y en lo que se ha convertido el 30 DE ENERO.