Hasta ahora, esto no se ha contemplado ni se contempla dentro de la mente de los que en su día apostaron por la democracia, y esto es lo que, probablemente ha hecho posible que personas que no han tenido que apostar por la democracia, porque se la han encontrado y han nacido y crecido bajo este paraguas, hayan podido llegar con relativa facilidad a la conclusión de que “a esto le llaman democracia y no lo es, es una dictadura que no se ve”, y mientras que los que lucharon por la democracia, corean y cantan esta máxima sin acabar de creérsela, los que no tuvieron ocasión de pelear contra ninguna dictadura militar, fácilmente acaban reconociendo otro tipo de dictadura, no militar, aunque si llegara el caso probablemente no dudaría en emplear la fuerza, es una dictadura más sutil y persuasiva, más inteligente y moderna, con más medios y características camaleónicas, de manera que la podemos encontrar incluso sentada a nuestra mesa y no ser capaces de reconocerla. Una dictadura que se ha apoderado de nuestro pensamiento y de nuestra mente, que nos dice lo que tenemos que comer, como tenemos que vestir, cuales deben de ser nuestros gustos, cuales deben de ser nuestros modelos, a quienes tenemos que imitar, admirar y odiar, y todo ello con una sonrisa y poniendo en nuestras manos un mecanismo por el que nos hacen pensar y creer que estamos siendo libres para elegir lo que más nos interesa de acuerdo a nuestras preferencias, sin darnos cuenta de que sólo estamos eligiendo, como decía Pérez Esquivel en una entrevista de radio: “entre las distintas formas posibles de ser cocinados”.
Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.
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