REFLEXIONES en torno a la NOVIOLENCIA.
APOYÁNDONOS EN JEAN-MARIE MULLER (1)
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EL PROGRAMA CONSTRUCTIVO DE LA NOVIOLENCIA
La historia nos ha enseñado que la toma del poder por una minoría decidida a actuar para el bien del pueblo es una desviación demasiado peligrosa de los caminos de la verdadera democracia. Por ello no podría plantearse conquistar el poder por una especie de “golpe noviolento”. La estrategia noviolenta nos obliga a evitar una desviación donde es frecuente acabar perdiéndose. Gandhi invierte los términos en los que se plantea generalmente el problema de las relaciones entre nación y el gobierno: “la no-cooperación de la Nación, escribe, invita al gobierno a cooperar con ella en ciertas condiciones establecidas por ella, tal y como toda nación tiene el derecho y todo gobierno el deber” (2). En su perspectiva transformadora, la estrategia noviolenta no tiene como objetivo la toma del poder para el pueblo, sino directamente la toma del poder por el pueblo. “La verdadera democracia, escribe Gandhi, no vendrá de la toma del poder por parte de algunos, sino del poder que todos tendrán algún día para oponerse a los abusos de la autoridad” (3). En esta línea el 2 de julio de 1931, en Young India decía Gandhi: “Pienso con muchísimo temor, en un aumento del poder del Estado, porque, aún cuando aparentemente hace bien al reducir la explotación, produce el mayor daño a la humanidad al destruir la individualidad, que subyace bajo la raíz de todo progreso. Lo que desapruebo es la organización basada en la fuerza, pues eso es el Estado. Tiene que haber organización voluntaria” (4)
La verdadera democracia exige, en primer lugar, una toma de conciencia por parte del mayor número de ciudadanos posible de las verdaderas cuestiones y de las repuestas que pueden aportarse. Esta toma de conciencia no puede imponerse de arriba abajo y no puede ser el resultado más que de un trabajo de educación efectuado en la base. “Gandhi siempre asociaba al estudiante a la idea de libertad y emancipación política. Gandhi deploraba que los establecimientos escolares quedaran al margen de las grandes crisis políticas nacionales, esta pasividad respondía a una interpretación falsa y artificial de la educación. Gandhi no negaba a profesores y a alumnos el derecho fundamental de todo ciudadano a rebelarse, es una responsabilidad que todo ciudadano posee, sea educador o estudiante, y le plantea a cada uno un problema individual de conciencia. El derecho a la rebelión, es para Gandhi esencial. Si esta no se desarrolla, en compenetración y fusión con el espíritu de la tierra, deja de cumplir con su función principal: la de formar ciudadanos dignos. Gandhi acusaba a las escuelas de hacer que los muchachos indios fuesen unos extraños a su patria.” (5)
La concientización debe permitir a continuación una toma de responsabilidad. Entonces puede venir la toma del poder, en el sentido de que cada uno estará decidido a ejercer su propio poder de ciudadano, sin someterse incondicionalmente a las decisiones de la mayoría. Con este fin, deberán crearse progresivamente unas estructuras de participación efectiva en las tomas de decisión. Cuando preguntaron a Gandhi (Harijan, 18 de enero de 1942) si en una sociedad noviolenta debiera haber alguna clase de gobierno o ninguna, Gandhi respondió “No creo que debamos preocuparnos por eso en este momento. Si continuamos trabajando a favor de una sociedad semejante, lentamente irá convirtiéndose hasta cierto punto en una realidad, (…). La línea de Euclides no tiene ancho, pero nadie ha sido capaz hasta ahora de dibujarla, y nunca se podrá. Pero del miso modo, sólo hemos podido hacer progresos en geometría manteniendo en la mente la línea ideal. Lo que sea verdadero aquí, lo será para todo ideal” (4)
La estrategia de la noviolencia se diferencia de la estrategia de los partidos políticos que orientan todas sus actividades hacia la toma del poder por vía electoral, en que estos, pretenden dar prueba de su preocupación por respetar las reglas de la democracia formal sometiéndose a las decisiones del sufragio universal. Cuando un partido recibe la mayoría de los sufragios y asume, en consecuencia, la responsabilidad del gobierno, los demás partidos se someten esperando que el favor de los electores les lleve a ellos mismos al gobierno. Por supuesto, representan entonces “la oposición”, pero ésta no se expresa sino a través de discursos que están destinados a preparar ya las próximas elecciones. Cuando les parece que una ley viene a respaldar una injusticia, protestan, pero se someten estrictamente a ella y a las posibilidades que les ofrecen la legalidad vigente. Hay entre la mayoría y la oposición un contrato tácito según el cual la oposición respeta las leyes de la mayoría de manera que el día en que los papeles sean invertidos, la misma regla de juego sea respetada.
Sin embargo, la estrategia de la noviolencia debe incluir en su perspectiva la toma de las responsabilidades del poder: no puede contentarse con elaborar la contestación de la sociedad, debe permitir asumir su gestión. Pero una gestión inspirada por los métodos y los principios de la noviolencia, implica que el poder pueda ser ejercido sin que se deba permanecer prisionero de las estructuras opresivas y represivas cuya desaparición busca precisamente todo movimiento de oposición. Por lo tanto, la estrategia de la noviolencia, más que en buscar apoderarse de la dirección de un Estado en el cual no sería posible mantenerse sino por el ejercicio constante de la represión, se esforzará en primer lugar en crear en la base las condiciones requeridas por una gestión de la sociedad que pueda ser llevada según los principios y los métodos de la noviolencia.
“Una vez alcanzado el objetivo de la independencia, Gandhi proyectaba la “construcción de una sociedad nueva, la Sarvodaya, que significa el ascenso de todos… Se trataba de una sociedad en la que se lograra el bien común. Para logarla, aplicaba los mismos principios que había aplicado en la lucha por la Independencia. Los medios del Amor”. … La independencia política de una sociedad dada no es meramente una gratificación para esa sociedad, sino que además comporta un deber de solidaridad para con sus sociedades periféricas. Dentro de una armoniosa ley de causa y efecto, Gandhi centra la esencia de su pensamiento político en el imperativo de los deberes personales y colectivos. A todo derecho corresponde un deber. “(5)
Este trabajo de organización de la sociedad en la base debe desarrollarse a la vez que la lucha contra las antiguas estructuras. Conviene insistir aquí en el papel esencial que debe desempeñar en la estrategia de la acción noviolenta lo que los anglosajones llaman “programa constructivo”. En el momento de una campaña de acción noviolenta el programa constructivo consiste en organizar, paralelamente a las instituciones y a las estructuras que se impugnan y con las cuales se rehúsa cooperar, instituciones y estructuras que permitan aportar una solución constructiva a los problemas planteados. Se trata de sentar las bases concretas de la nueva sociedad, fundada en la justicia y la solidaridad, por la cual la lucha ha sido emprendida. La realización del programa constructivo debe permitir a los que hasta entonces han sido mantenidos en una situación de menores de edad en el interior de las estructuras económicas y políticas, tomar a su cargo su propio destino y participar directamente en la gestión de los asuntos que le conciernen. De esta forma, la estrategia de la acción noviolenta se esfuerza por realizar al mismo tiempo la revolución política y la revolución social. No hace de la toma del poder político una premisa para la realización de los cambios económicos y sociales. Aquí se encontraba una de las fundamentales diferencias entre Gandhi y Nerhu: “Pandit Nehru, un socialista progresista que creía posible erradicar los males del industrialismo, vale decir los males del capitalismo, a través de su socialización. En cambio, el Mahatma entendía que tales peligros son inherentes al mismo proceso industrial, no pudiendo ser extirpados por ninguna transformación política”. (5)
Gandhi veía uno de los males de la civilización en la inclinación desenfrenada por las comodidades materiales: “No creo que la multiplicación de las necesidades y la maquinaria creada para proveerlas, lleven al mundo ni a un paso más cerca de su meta. Detesto de todo corazón ese loco deseo por destruir la distancia y el tiempo, por aumentar los apetitos animales e ir hasta el fin de la tierra en busca de sus satisfacción”. (5)
“Nos hacemos culpables de hurto, hasta usando de modo diferente algo que hemos recibido en préstamo para usar de determinada manera, así como usando una cosa durante un periodo más largo que el que nos ha sido señalado. También se hurta si se recibe algo que no se necesita realmente”. (5)
Toda centralización es para Gandhi un culto de la fuerza, porque en efecto no puede obtenerse una centralización sin esta base condicional. Ergo, la centralización industrial es un reto y un desmentido a la noviolencia. (…) Toda centralización hace más vulnerable a un país desde el punto de vista militar. No cabe duda que una socioeconomía de carácter rural y descentralizada permite un mayor juego de la democracia, facilitando la participación del pueblo en mayor número de decisiones. (5) Dentro de esta estructura simplificada, Gandhi coloca en primer término, en materia socioeconómica, al hilado a mano.
El programa constructivo debe permitir también acudir en ayuda de los militantes del movimiento que son víctimas de la represión ejercida por el adversario, tanto en el caso de que pierdan su profesión como de que se encuentren en prisión. Es necesario en ese caso que esos militantes y su familia puedan en seguida beneficiarse, por parte del movimiento, de una ayuda apropiada a sus necesidades reales. Del mismo modo la atención a los menos favorecidos es un aspecto fundamental del programa constructivo, “siendo la nutrición –falta de vitaminas, de proteínas, de todo– quizá el más apremiante problema de la masa india. Gandhi se debatía, haciendo números con las calorías. Intentaba crear un “menú suficiente y necesario”; solicitó la ayuda de los médicos. Incluso daba recetas de cocina a las gentes”. Para Gandhi: “una economía que inculca el culto de Mammon y permite que el fuerte se haga rico a expensas del débil es una ciencia falsa y funesta. La verdadera economía defiende la justicia social, promueve el bienestar de todos –inclusive de los débiles– y resulta indispensable para una vida decorosa” (5). Un programa constructivo, debe poner en práctica una profunda reforma administrativa, que sería inseparable de la reforma social, modificando las estructuras económicas, desde la producción, (…), a la venta,(…), pasando por la distribución. (…) Eran variados los objetivos que se proponía Gandhi, en su lucha incesante por la mejoría del pueblo en todos los niveles de su condición humana y espiritual. (5). El hilado a mano, en cuanto sustento económico de la lucha por la independencia nacional, fue uno de los pilares de la puesta en práctica del programa constructivo de Gandhi.
Según Gandhi, hay “una conexión necesaria que une el programa constructivo y la desobediencia civil, y no vacilaba en afirmar: “El cuerpo de la noviolencia se disloca si no hay una fe viva en el programa constructivo.” Por eso Gandhi se opuso a menudo a los políticos del Congreso de la India: estos no se preocupaban más que de arrancar el poder de las manos de los ingleses, mientras que Gandhi se preocupaba en primer lugar de dar el poder a los indios mediante un trabajo de educación y de organización efectuado en la base. “El hecho de expulsar a los ingleses, afirmaba, no basta para conquistar la autonomía (…) Hace falta que nosotros mismos aprendamos y enseñemos a los demás, a no querer ninguna tiranía, ni la de la ley inglesa ni la de una ley india” (6)
Gandhi se esforzó por poner en práctica un programa constructivo que tenía como objetico dar a los campesinos los medios para tomar a su cargo su propio destino, pero se encontró con los problemas derivados de la ignorancia de la gente, por lo que se convertían en fácil presa para los opresores. Por tanto, la educación era el medio idóneo para salvar estas dificultades. Gandhi luchó fuertemente contra el analfabetismo de la India señalando: “la necesidad fundamental de todo adulto que tenga una vocación cualquiera es la de aprender a leer y escribir. El analfabetismo colectivo de la India es su pecado, su vergüenza; hay que acabar con el. Nutualmente, la campaña de enseñanza de las primeras letras no debe empezar y terminar con el conocimiento del alfabeto; esa enseñanza tiene que marchar pareja con la divulgación de conocimientos útiles y aplicables” (5). Al compaginar los conocimientos teóricos con los prácticos, Gandhi intentaba difundir a nivel educativo su filosofía moral, que compenetraba el cuerpo, el espíritu y la mente… “La verdadera educación del intelecto sólo puede ser consecuencia del uso inteligente del cuerpo”. Esta premisa se enlaza perfectamente con la dignidad del trabajo, que el ser humano debe aprehender desde pequeño…. Nuestros niños deben, desde su más tierna infancia, aprender a respetar la dignidad del trabajo” (5). Además, Gandhi criticaba el estancamiento de los estudiantes con el correspondiente aburguesamiento una vez pasa su etapa estudiantil, abandonando los nobles ideales por los que lucharon cuando eran estudiantes: “Mucha parte de la vida política está reducida a los estudiantes; pero en cuanto dejan de serlo pasan al olvido, buscando empleos miserables, no sabiendo nada de Dios, nada del aire puro y de la luz clara o de una verdadera y vigorosa independencia como la que resulta de la obediencia a estas leyes”. (5)
Para garantizar el éxito de todo programa constructivo es importante contar primero con la emancipación del hombre, esta emancipación debe ser entendida como un todo armonioso e integral, para Gandhi, era tan necesario emancipar al indio del dominio inglés, como liberar al hombre de color de la discriminación racial a que estaba sujeto por el hombre blanco de ese mismo concepto de superioridad que lo hacia doblegar al de color. … “el hombre debía emanciparse de muchos hábitos personales si quería aspira a una propia autonomía como ser humano (…). El Mahatma exhortaba a sus compatriotas a un hondo sentido emancipador en su triple nivel, mental, espiritual y social. “Las leyes, afirma Gandhi, no pueden eliminar los prejuicios. Gandhi comprende que si las leyes no pueden eliminar los prejuicios, es porque el hombre no está emancipado de sus prejuicios (…) Emancipemos al hombre, es el pensamiento de Gandhi, y así la ley recogerá los frutos. Porque sólo el hombre puede emancipar al hombre, por íntima convicción, y no por la fuerza”. (5)
Gandhi entendió por emancipación la liberación mental de todas sujeciones y completó el proceso de las cuatro emancipaciones; emancipación mental, jurídica, sociológica e historicopolítica. La emancipación mental liberó al indio de sus dogmas seculares, abriéndolo a la humillante realidad de las castas, se extendió más allá de las fronteras indias. Se experimentó en todo el mundo un sentimiento de solidaridad, ante la sensación de que un nuevo campeón de los derechos humanos se alzaba entre los espesos bosques de la humillación. Al rebelarse contra el dogma de la intocabilidad, señalaba Gandhi: “siempre ha sido un misterio para mí, cómo puede haber hombres que se sientan honrados con la humillación de sus semejantes”. (5)
La emancipación jurídica fue consecuencia de las otras liberaciones, incorporando a la codificación india un amplio sentido humano.
La emancipación sociológica junto a la históricopolítica fue el eje de su acción. Liberó a los individuos de las trabas que le impedían ascender a niveles sociales superiores e hizo avanzar la mujer india hacia su liberación de las trabas sociales y religiosas.
La emancipación históricopolítica es la más entendible en occidente, puesta en práctica con la liberación de la India, llamando la atención de occidente por cuanto está se consiguió sin derramamiento de sangre, por la sola acción de una extraña doctrina: la ahimsâ.
En todo programa constructivo es esencial poner en práctica, nosotros mismos, a nuestra escala, lo que reclamamos. Cada ciudadano debe medir su responsabilidad en la marcha de la sociedad y aprender a no contentarse nunca con reivindicar y pedir. La reivindicación y la petición deben expresarse apoyándonos en un acto que realice las virtudes y las cualidades que faltan a lo que nosotros impugnamos y construir así, sino una solución, al menos una contribución positiva a la búsqueda de una solución.
César Chávez en su lucha contra la explotación de los campesinos en California, paralelamente al desarrollo de las huelgas y boicot, organizó un programa constructivo que consistía en dotar a los campesinos de servicios comunitarios, como servicios de crédito, jurídicos, asistencia social, clínica, seguro médico, etc. Según César Chávez, este programa comunitario permitía a los obreros conservar el espíritu comunitario que se ha desarrollado tan fuertemente durante la huelga y el boicot.
De esta manera, el programa constructivo permite a la acción noviolenta superar los aspectos negativos que caracterizan a la protesta, la resistencia y la no-cooperación. Gracias al programa constructivo un movimiento noviolento, no posee solamente su consistencia por aquello a lo que se opone y propone, sino también por lo que realiza.
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(1) La estrategia de la acción no-violenta. J.M. Muller. Hogar del libro, Barcelona, 1980
(2) Gandhi, La Jeun Inde, Stack, París, 1948, p 235
(3) Gandhi: Todos los hombres son hermanos, Sígueme, Madríd 1973
(4) Mi Socialismo, Mahatma Gandhi, Editorial La Pleyade, Buenos Aires.
(5) La Espada sin filo: Gandhi y la no-violencia. Armando Alonso Piñeiro. Plus Ultra, Buenos Aires, 1971, p 99, p 60, p 75, p 76, p 77, p 78, p 93, p 97, p 99, p 103
(6) Gandhi, La civilización occidental y nuestra independencia. Sur, Buenos Aires, 1959, p 155 y ss.
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