sábado, 6 de mayo de 2017

REFLEXIONES en torno a la NOVIOLENCIA -10-

REFLEXIONES en torno a la NOVIOLENCIA.
APOYÁNDONOS EN  JEAN-MARIE MULLER (1)

-10-

UN SISTEMA QUE NO NOS SIRVE

Hemos visto en reflexiones anteriores que una injusticia particular no debe ser mirada como un caso aislado que necesita un tratamiento aislado. Mediante el análisis objetivo de las situaciones económicas, políticas y sociales podemos poner al descubierto las causas profundas de esa injusticia, y ésta no es más que el síntoma de un mal que alcanza al sistema social en su conjunto. La acción caritativa, necesaria en ciertos momentos, no se encuentra en condiciones de extirpar las raíces de la injusticia, por lo que hay que comprometerse en la lucha política para que ponga en jaque el sistema social entero. Pues en última instancia es inútil enfrentarse a los efectos del mal si se continúa por otra parte manteniendo sus causas.

Por lo tanto, en la perspectiva ofrecida por la noviolencia, una vez que el conjunto del análisis nos ha mostrado que era ilusorio pretender que los oprimidos podía obtener la justicia sin exigir una transformación profunda del sistema económico y político, se trata de situarse en una perspectiva transformadora. No podemos contentarnos con pedir pequeñas reformas de las que sabemos que vienen más a consolidar el sistema que a debilitarlo, (decíamos en nuestra reflexión: PODEMOS EN EL REINO DEL CESAR, http://colectivonena.blogspot.com.es/2014/11/podemos-en-el-reino-del-cesar.html, “Por tanto, cualquier promesa de un mundo mejor dentro del Capitalismo es puro espejismo, y quienes lo predican deberían de darse cuenta de que no es posible un mundo mejor, dentro del Capitalismo. El César necesita, súbditos, vasallos y esclavos que le proporcionen riquezas, y le ayuden a mantener su poder y gloria. El Capitalismo también”).  Por eso, la acción noviolenta sería vana si sólo se tratara, como a veces puede pensarse, de protestar regularmente mediante la organización de una “manifestación”, trátese de una marcha, de un encadenamiento o de una huelga de hambre, contra todas las violencias y todas las injusticias que la sociedad lleva en sí, considerándolas unas tras otras sin ninguna perspectiva de conjunto. La multiplicación de estas acciones aisladas y sin continuación, que serían de alguna manera acciones “caritativas” de nuevo cuño, no pueden pretender ninguna eficacia en vistas a la instauración de un orden social más justo, a los hechos nos remitimos.

Para combatir la injusticia se trata pues de “transformar el sistema” que la crea y la mantiene. Pero el sistema es demasiado pesado como para levantarlo y dejarlo caer. El peso del sistema y las fuerzas que lo mantienen son demasiado poderosas y los que padecen las injusticias han ido dejando que el sistema que los oprime los debilite progresivamente. Sería vano soñar con una Revolución que viniera un buen día a poner definitivamente un término a todas las injusticias del sistema en vigor y permitiera el advenimiento de una sociedad nueva donde reinaran efectivamente la libertad, la igualdad y la fraternidad. Quienes han alimentado un sueño así en el pasado, la historia les muestra que la lucha contra la injusticia en la sociedad actual, no nos permite seguir alimentando ese sueño. Podríamos seguir esperando durante años y décadas esa Gran Noche en que la Justicia estaría por fin a las puertas de nuestra Ciudad y mientras esperábamos, permaneceríamos cómplices del desorden establecido. Soñaríamos con ser revolucionarios y no seríamos más que colaboradores del sistema que nos oprime.

Aunque sea necesario situarse en una perspectiva que englobe al sistema en su conjunto, a nivel de estrategia de acción, habrá que elegir tal o cual injusticia o tal o cual violencia. Nos parece inútil oponerse o rechazar al sistema en su conjunto, so pretexto de que es fundamentalmente malo. Por más que se condene al Capitalismo como la fuente de todas las injusticia, como el sistema que necesita "sangre, muerte y destrucción" para sobrevivir, si queremos derribarle hay que elegir una manifestación concreta, con el fin de orientarla en la dirección elegida. Los más bellos proyectos o las más bellas “alternativas” concebidas pensando en la toma del poder, permanecen inoperantes mientras el poder permanece inaccesible. Por tanto, es precisamente durante ese tiempo cuando es urgente actuar.

La estrategia de la noviolencia consiste en elegir un punto preciso del sistema que permita tener un punto de asimiento sobre él y poder hacerle caer actuando como una palanca. Este punto preciso será la llave. “ La llave, anota Lanza del Vasto, es un término tomado del judo. El luchador japonés no atrapa a su adversario por la cintura, sino que le coge por las solapas de su chaqueta y mediante ellas lleva al cuerpo entero a caer y a rendirse” (2). Conviene, pues, buscar “el punto débil del sistema –aquél en que tendrá menos ventaja; el punto de desequilibrio –aquél en el que será más fácilmente quebrantarlo; el punto, pues, en el que el abuso de poder es más flagrante, más clamoroso, más molesto”. Así actuaron Gandhi y Martin Luther King. En 1930, el Congreso de la India decide lanzar de nuevo un desafío al gobierno organizando una campaña de desobediencia civil. Desde hace varios años Gandhi está convencido de que los indios no pueden contentarse con querer mejorar su suerte en el sistema de la dominación inglesa, sino que deben combatir el sistema hasta que sea derribado. Tras largas semanas de reflexión decide desafiar al gobierno transgrediendo la ley que obligaba a los indios a pagar un impuesto por la sal. En un primer momento, es difícil no asombrarse de que Gandhi decida batirse por una minúscula reforma mientras que, según su propia confesión, la situación exigía una verdadera revolución. Por lo tanto, muchos, entre los allegados a Gandhi, tuvieron esa reacción. “En nuestras filas, hace notar Nerhu en su autobiografía, cundió la estupefacción: no se veía bien lo que la sal pintaba en la lucha por la independencia nacional”, por su parte, el gobierno británico no tomó en absoluto en serio la iniciativa de Gandhi y creyó poder ridiculizar al que “se imaginaba destronar al Rey y Emperador haciendo hervir agua de mar en una pequeña marmita”. Sin embargo Nerhu debió reconocer muy rápidamente que Gandhi había tenido “una idea de genio”, al elegir esa meta para organizar una campaña de desobediencia civil. De igual manera, el gobierno tuvo que reconocerlo a sus expensas. La acción, en efecto, se reveló particularmente eficaz. La obligación que se imponía al pobre campesino indio de pagar un impuesto a un gobierno extranjero para salar su comida, ilustraba perfectamente la dominación que pesaba sobre la India. Pedir que se entrara en lucha para la abolición de ese impuesto, era hablar un lenguaje claro y comprensible para todos. Por ello, una vez que el propio Gandhi hubo dado la señal de la rebelión, hubo una verdadera insurrección pacífica de millares y millares de indios que trasgredieron deliberadamente la ley y aceptaron de muy buena gana ir a la cárcel. Esa campaña se vio ampliamente coronada por el éxito y fue concluida por un pacto firmado por Gandhi y el virrey. Ese acuerdo debe ser considerado, a pesar de sus insuficiencias, como un paso importante hacia la independencia.

De igual manera, Martin Luther King estaba decidió a luchar contra todo el sistema que creaba y mantenía la segregación, pero sus acciones tenían unos objetivos muy limitados y muy precisos. La primera de las bazas utilizadas por el movimiento de King fue la segregación establecida en los autobuses de Montgomery. Decidió desafiar el poder blanco organizando el boicot de los autobuses. Esa acción concreta iba a desempeñar el papel de un catalizador y debía permitir dar a la reivindicación de los negros una fuerza y una amplitud jamás alcanzadas anteriormente. Estaba muy claro que esa reivindicación no podía limitarse a pedir la integración de los medios de transporte, sino que iba a exigir la integración de toda la sociedad. Los adversarios de King no se equivocaban de la importancia del boicot. Así el alcalde de Montgomery afirmaba: “Han hecho del boicot una campaña en la que se juega el destino del edificio social de nuestra comunidad”. Por su lado, el abogado de la compañía de autobuses proclamaba: “Si concedemos a los negros lo que piden presumirían de haber alcanzado una victoria sobre la población blanca; y esto no lo podemos permitir”. Por tanto, la victoria de King iba a convertirse en un símbolo poderoso capaz de devolver la esperanza y el gusto por la lucha a toda la comunidad negra.

Así pues, la noviolencia nos moviliza a tres niveles diferentes:

· En primer lugar nos moviliza al nivel de la UTOPÍA DE UNA SOCIEDAD NOVIOLENTA. Respecto a esta utopía tendremos dos certezas: por una parte, alimenta nuestras aspiraciones más profundas, y por otra será algo que nunca alcanzaremos. La UTOPÍA, no es ni puede ser de “ningún lugar”. La función de la Utopía no es la de alimentar nuestro sueño para evadirnos de la realidad, sino, por el contrario, la de orientar nuestra acción que a su vez nos permitirá corregir la realidad. La Utopía nos hace tomar conciencia de que la “verdadera vida está ausente” y nos moviliza para “cambiar la vida”. Nos pone en camino y orienta nuestros pasos. “Si durante la noche, escribe Thich Nhat Hanh, nos guiamos por la Estrella Polar, sabemos muy bien que no tenemos que poner pie en esa estrella para alcanzar el norte”. Así, la Utopía de una sociedad noviolenta debe orientarnos en la buena dirección.
· En segundo lugar, nos moviliza al nivel de UN PROYECTO GLOBLAL DE SOCIEDAD. Se trataría por tanto, de formular a partir del análisis racional de la situación del lugar y del momento, unas proposiciones concretas que permitan la creación de estructuras sociales que sean capaces de repartir lo más justamente posible el tener, el poder y el saber. Aquí nos apoyaríamos en todos aquellos estudios, de especialistas que se esfuercen por conciliar en la práctica la justicia y la libertad.
· Por último nos moviliza al nivel de un OBJETIVO PRECISO, LIMITADO Y POSIBLE A CORTO PLAZO, gracias a esta estrategia se comenzaría a poner la primera piedra y a ir edificando el nuevo sistema social, para lo cual es esencia una buena organización y una buena elección de los objetivos a alcanzar a corto plazo. 

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(1) La estrategia de la acción no-violenta. J.M. Muller. Hogar del libro, Barcelona, 1980



(2) Lanza del Vasto, conclusiones y complementos al libro de S. PANTER-BRICK, Gandhi contre Machiavel, p 286

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