"No seríamos serios en nuestro acercamiento a la noviolencia, si no tomáramos la violencia en serio. La primera condición que debe satisfacer una doctrina de la noviolencia es la de haber atravesado en todo su espesor el mundo de la violencia; hay que haber medido la anchura, la longitud, la profundidad de la violencia -su prolongación a lo largo de la historia, la envergadura de sus ramificaciones psicológicas, sociales, culturales, espirituales, su enraizamiento en profundidad en la pluralidad de las conciencias-, hay que practicar hasta el final esta toma de conciencia de la violencia, mediante la que exhibe su trágica grandeza. Entonces, pero sólo entonces, se hace posible plantear los problemas concernientes a la noviolencia. La realidad de la violencia debe ser, pues, aprehendida en toda su complejidad. Todo simplismo aquí se condena a sí mismo. La verdad del pacifismo es proclamar la inhumanidad de la violencia, pero su error es no haber sabido discernir por qué la violencia es tan inhumana.
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