Una de las características principales de la noviolencia, en la confrontación actual de las ideas y de las doctrinas, es que no tiene sitio en le pasado del que somos herederos. Sea cual sea la referencia cultural en relación a la que nos situemos, las tradiciones en el seno de las cuales se ha formado nuestro pensamiento la ignoran totalmente. En cambio, esas tradiciones conceden un puesto privilegiado a la violencia. Ésta aparece tan profundamente unida a cantidad de virtudes -la valentía, la audacia, la virilidad, el honor, la nobleza, la pasión por la justicia y por la libertad...- que aparece ella misma como una virtud. El héroe propuesto a nuestra admiración, pertenezca a la historia o a la leyenda, es siempre de alguna manera un héroe violento. La violencia están tan profundamente inscrita en el corazón de la historia, que nos vemos tentados a pensar que está inscrita en el corazón mismo del hombre. Porque la noviolencia no tiene pasado, nos parece absurdo predecirle un porvenir y, por consiguiente, interesarnos en su presente.
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