jueves, 1 de diciembre de 2016

DECLARACIÓN DE LA INTERNACIONAL DE RESISTENTES A LA GUERRA SOBRE EL CONFLICTO EN SIRIA

Esta declaración fue adoptada, con preocupaciones, por el Consejo de la IRG el 25 de noviembre de 2016

       Desde la ruptura de la tregua pactada entre Rusia y EEUU en septiembre de 2016, y después de más de un año de intervención militar rusa en apoyo del régimen sirio, las atrocidades de las acciones militares de las fuerzas sirias y rusas durante octubre y noviembre de 2016 han alcanzado una gravedad sin precedentes en el país en estos 5 años de guerra. Varias ciudades han estado sitiadas durante meses, sobre todo en barrios orientales de Alepo. Como narran activistas y organizaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos sobre el terreno, el ataque contra Alepo se trata de una estrategia militar consciente, deliberada y sistemática de bombardeos indiscriminados, y el uso de armamento especialmente dañino, están causando centenares de fallecidos y miles de heridos. También se está produciendo la destrucción total de la infraestructura sanitaria y de protección civil, de la que dependen más de 250.000 personas (100.000 de ellas, niños y niñas). Además de los tristemente habituales barriles de TNT, la fuerzas aéreas siria y rusa están lanzando varias clases de bombas cuyo uso está prohibido (de fragmentación, incendiarias, termobáricas y revientabúnqueres) contra barrios residenciales e instalaciones básicas para la vida, especialmente hospitales. Más de 300 civiles han sido asesinados, más de 1000 heridos y todos los hospitales han quedado ya fuera de servicio a causa de los bombardeos solamente en la última semana de intensificación de los ataques.

      La Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG) quiere mostrar su rechazo ante el horror que está suponiendo la intensificación de los ataques aéreos continuados contra población civil en Siria. La IRG condena enérgicamente estas acciones: el gobierno sirio y su aliada Rusia están causando sufrimiento de forma premeditada a la población civil. Estos ataques contra población civil, así como todos los que llevan a cabo el resto de ejércitos y milicias que operan en suelo sirio, deben cesar de inmediato.

     La IRG condena también los ataques de la Coalición Internacional en el norte de Siria y de Iraq. En el norte de Siria solamente, estos ataques han matado al menos a 900 civiles en los 26 meses transcurridos desde el comienzo de la intervención militar de la Coalición.

      El final de la tregua en Alepo es el último capítulo de un complejo conflicto bélico sin solución militar de más de cinco años de duración en el que intervienen cada vez más actores armados. Más de 250 milicias diferentes, entre ellas Daesh/EI, la antigua al-Nusra y la lealista Shabiha, combaten en Siria en contra o del lado del régimen sirio. La guerra se ha internacionalizado enormemente; entre los actores externos están Rusia, Irán, la milicia libanesa Hizbullah, milicias chiíes iraquíes, EEUU, Francia y el resto de la llamada Coalición Internacional y Turquía, que está aprovechándose de la situación para extender al norte de Siria sus ataques contra los kurdos, así como los miles de mercenarios que combaten con Daesh/EI y otra milicias. Muchos Estados apoyan económica y militarmente en diferente grado a grupos armados afines. Por ejemplo, las petromonarquías del Golfo dan apoyo a las milicias islamistas como la antigua al-Nusra, Rusia, Irán y China apoyan el régimen sirio y sus múltiples milicias irregulares asociadas, y EEUU apoya algunas milicias del Ejército Libre Sirio y los kurdos del YPG. Siria se ha convertido en el escenario en el que las potencias globales y regionales dirimen sus intereses con la coartada de la “guerra contra el terrorismo” a costa de la vida de la población siria.

          La venta de armas también ha tenido un efecto multiplicador de la guerra. Frente al constante flujo de armamento y munición desde Rusia, Irán y China hacia el gobierno sirio, se ha producido la llegada de armamento producido principalmente en plantas de países de Europa del Este hacia los países del Golfo y finalmente hacia manos de algunas milicias sectarias. Por su parte, el Daesh/EI se ha servido principalmente del armamento de EEUU abandonado durante la desbandada del ejército iraquí en 2014, y del capturado en su rápido avance en posterior en Siria. Además, según informaciones, el armamento entregado por la Coalición Internacional a los Peshmergas (las fuerzas militares de la región autónoma del Kurdistán iraquí) y a otros aliados occidentales, ha acabado en el mercado negro o en manos de grupos extremistas.

     La magnitud de la tragedia humana causada por estos cincos años de guerra tiene pocos precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Siria es hoy un país donde ya han muerto al menos 250.000 personas víctimas de la guerra; la mitad de su población se ha visto desplazada; trece millones de personas necesitan ayuda humanitaria; cinco millones de refugiados han abandonado el país, buena parte de ellos jugandose la vida o perdiéndola cruzando el Mediterráneo para acabar chocando con los muros de la Europa Fortaleza, recluidos en campos de refugiados o campos de deportación y expuestos a la creciente islamofobia de las sociedades europeas. Entre seis y ocho millones de personas se han visto forzada a abandonar su hogar desplazándose en el propio país; ciudades enteras han sido destruidas, otras asediadas o/y con bombardeos constantes sobre instalaciones civiles, etc.

     Toda la multitud de actores armados que operan en Siria han contribuido en diferentes grados a esta gravísima situación, pero tanto la ONU como distintas organizaciones locales e internacionales humanitarias y de derechos humanos resaltan una y otra vez en sus informes sobre Siria que el gobierno presidido por Bashar al-Assad es responsable de la inmensa mayoría de las víctimas. La lista de atrocidades perpetradas por el gobierno sirio es larga. Entre ellas está el empleo de misiles de crucero y el bombardeo aéreo indiscriminado de barriles de TNT (cerca de 40.000 contabilizados desde 2012) sobre áreas residenciales e infraestructuras vitales; el ataque químico con gas sarín en Ghouta en 2013 que dejó cientos de muertos; bombardeos químicos con cloro; la estrategia militar de “rendición o inanición”, con la que el gobierno sirio ha mantenido a lo largo del conflicto un cerco total o parcial sobre unos dos millones de personas en diferentes ciudades y localidades sirias que no pueden recibir comida ni medicinas, o las decenas de miles de detenidos en condiciones infrahumanas que han sufrido tortura en las cárceles del régimen.

     La revolución pacífica que ocupó las calles de Siria en febrero de 2011 exigiendo justicia y democracia y que obtuvo como respuesta una represión despiadada por medios militares por parte del régimen sirio al grito de “Assad o quemamos el país”, cristalizó a pesar de ello en una miríada de activismos, proyectos, medios e instituciones alternativas. Con el paso de los años esta oposición se ha visto progresivamente diezmada por la intensificación de la violencia, por las desapariciones forzadas, los bombardeos o el exilio y por la entrada en escena de nuevos actores armados que tratan de imponer su propia agenda, que no tiene nada que ver con la democracia y el autogobierno de Siria. Pero todavía son miles los activistas noviolentos que resisten tanto la dictadura de Assad como la deriva militarista y la sectaria. Bastó una pequeña tregua en febrero para que salieran de nuevo a las calles, a manifestarse contra el régimen y contra el Daesh/Estado Islámico; también contra Yahbat Al-Nusra en la provincia de Idlib, dando lugar a un movimiento que aún perdura.

    Siria ya no es un conflicto regional, sino un problema de la Humanidad. No sólo por la internacionalización del conflicto, la aparición de acciones terroristas de inspiración yihadista en Europa y EEUU, por los millones de personas que huyen de la guerra fuera del país, o por la dimensión de la catástrofe. Como decía un manifiesto firmado a mediados de septiembre por 150 artistas y escritores sirios, “el mundo hoy es una cuestión siria, como Siria es hoy una cuestión mundial”.

Por todo lo anterior, la Internacional de Resistentes a la Guerra:


  • se solidariza con la población civil siria víctima de la guerra.
  • hace un llamamiento a la movilización internacional para romper el silencio y exigir el cese de los bombardeos sobre población civil y un alto el fuego inmediato. Aunque en el movimiento por la paz no existe un consenso acerca del grado de responsabilidad de los distintos actores implicados en la guerra, sí que hay un acuerdo en que solamente una tregua y negociaciones pueden detener el sufrimiento de la población civil. En Siria nos encontramos con los mismos motivos, si no mayores, que los que llevaron a millones de personas a protestar contra la guerra de Iraq.
  • rechaza todas las acciones militares en marcha actualmente en Siria, cuenten o no con el acuerdo del gobierno sirio: Rusia, Irán, Hizbullah, EEUU y la Coalición Internacional, Turquía Daesh/EI y las milicias iraquíes y srias deben abandonar el uso de las armas y emplear medios noviolentos de transformación de conflictos, es decir, sentarse en una mesa de negociación. La IRG también rechaza la posibilidad de nuevas intervenciones militares que solamente intensificarían la violencia armada y aumentarían el caos en la región, provocado en gran parte por las intervenciones militares de EEUU en Iraq y Afganistán.
  • exige la puesta en libertad de las decenas de miles de detenidos en condiciones infrahumanas en las cárceles del régimen sirio.
  • demanda que los autores de los crímenes de guerra y contra la Humanidad cometidos en Siria respondan por ellos, como parte de un proceso de paz, justicia, reconciliación y reparación de las víctimas.
  • se compromete a apoyar a las personas activistas y grupos de base que en medio de la violencia resisten a la militarización y la guerra, persisten en su lucha noviolenta contra la dictadura y por la democracia en Siria, y señalan el camino de la paz.

     La Internacional de Resistentes a la Guerra es una red de personas y grupos de todo el mundo fundada en 1921 alrededor de la declaración: “la guerra es un crimen contra la Humanidad. Por ello me comprometo a no apoyar ninguna guerra y a luchar por la desaparición de todas sus causas”. La IRG promueve la resistencia a la guerra y sus preparativos, y la noviolencia como forma lucha por la transformación social radical

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