Cada año, en torno al día 30 de Enero, asistimos a sendos actos tan variopintos que pasan por realizar murales y dibujos de la palomita, danzar en torno a la música de Imagine, o elaboración en el patio del colegio de una PAZ-ELLA, y todo esto para conmemorar lo que llaman el día de la paz. Para esta conmemoración cualquier acto sirve, pues se trata de cubrir el expediente, de decir que para el supuesto día de la paz, se ha hecho algo, reflejarlo en los papeles y al final en la memoria, y da igual lo que se haga, para la paz parece ser que sirve todo y esto nos permite hacer infinitas interpretaciones, y esas múltiples y variopintas interpretaciones que damos en los colegios, son las que a nivel de sociedad también dan los políticos y poderes establecidos, así nos podemos encontrar que para conseguir la paz, hay sindicalistas y trabajadores de fábricas de armamento que dicen que su trabajo es fundamental, lo mismo dicen los políticos y gobernantes que invaden países y matan a miles de personas, que esto es necesario para conseguir la paz, para conseguir la paz hay quienes dicen que es necesario prepararse para la guerra y así gastan miles de millones de euros y dólares de nuestros impuestos en fabricar todo tipo de armas mortíferas, capaces de destruir a todo ser vivo y al planeta unas cuantas veces, y seguirán diciendo que lo hacen en nombre de la paz, de esa paz que los educadores celebramos de manera superflua e inconsciente, y poniendo las bases para que nuestros alumnos cuando salgan del colegio sean fácilmente manipulables por los que predican sus distintas fórmulas exterminadoras para alcanzar la paz, y es que la paz es un término tan amplio que se presta a múltiples interpretaciones. Por lo que decir trabajamos por la Paz, o que celebramos el día de la paz, es como no decir nada.
El poeta y pacifista mallorquín Llorenç Vidal, en una jornada educativa no gubernamental fundada en España en 1964, toma como punto de partida y de apoyo para una educación no-violenta y pacificadora de carácter permanente el 30 de enero de cada año, aniversario de la muerte del Mahatma Gandhi, como El Día Escolar de la No Violencia y la Paz también conocido como DENIP (acrónimo, del catalán: Día Escolar de la No-violència i la Pau). En los países con calendarios escolares propios del hemisferio sur se practica el 30 de marzo o alguno de los días próximos.
Lanza del Vasto, discípulo directo del Mahatma Gandhi y fundador de la Comunidad del Arca, en una entrevista concedida en Sevilla (1976) dijo: "Sea así en todas vuestras escuelas. Estableced un día dedicado a la No-violencia".
El respaldo final llegó cuando en 1993 la UNESCO reconoció la fiesta y convirtió en Día Mundial el 30 de enero. Más tarde la Red Internacional de Escuelas Asociadas a la UNESCO recomendaría, en uno de sus congresos internacionales, la celebración del DENIP en todo el mundo.
No es lo mismo, decir Día de la Paz, que decir Día Escolar de la Noviolencia y la Paz.
Decir día de la paz, es no decir nada, porque no estamos concretando qué paz queremos, si queremos la paz del inactivo o la paz del que trabaja por la justicia, si queremos la paz de los que se preparan para la guerra y se alcanza con la violencia, o la paz que se alcanza a través de la noviolencia, nos estamos refiriendo a la paz que se alcanza con el miedo y la represión, como los famosos 25 años de paz franquista, o nos referimos a la paz que proporciona la democracia y la libertad de los pueblos. Decir día de la paz es no decir nada.
Decir Día Escolar de la Noviolencia y la Paz, supone unir la noviolencia a la paz. El término PAZ queda ahora mucho más concreto ya que nos referimos a la PAZ que se alcanza a través de la noviolencia, por tanto no cabría cualquier interpretación de paz, siendo el pensamiento noviolento quien define el marco donde debe de encontrarse el término de PAZ, y que nos lo resume la siguiente frase:
LA PAZ NO ES LA AUSENCIA DE TENSIONES,
SINO LA PRÁCTICA DE LA JUSTICIA.
En esta frase la paz está ligada a la práctica de la justicia. Pero al ligar noviolencia y paz, nos estaremos refiriendo a la justicia que se alcanza trabajando desde la noviolencia.
También podríamos trabajar por la justicia, desde ópticas distintas a las de la noviolencia, pero entonces no estaríamos hablando de la misma paz.
La noviolencia será el camino que nos conducirá a la paz, haciendo posible la práctica de la justicia. Pero para ello será necesario conocer y poner en práctica los pilares básicos en los que se sustentan la noviolencia, y que son:
· El ahimsa
· El fin no justifica los medios
· El fin debe de estar en los medios como el árbol en la semilla.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando el adversario no quiere perder sus privilegios, que son los que generan la injusticia en la gran mayoría de los casos?, como la LOMCE, LAS PRIVATIZACIONES, LA CORRUPCIÓN, EL PODER POLÍTICO, LA LEYES, LAS REFORMAS LABORALES, LOS RECORTES, LA ACUMULACIÓN DE RIQUEZAS, ETC.
Entonces, en estos momentos, habría que poner en práctica las armas de la noviolencia.
¿Cuáles son esas armas?
Una de ellas es la Desobediencia Civil.
Gandhi la aplicó en múltiples ocasiones, y nosotros si queremos alcanzar la paz, buscando la PRÁCTICA DE LA JUSTICIA, en el momento que tengamos que enfrentarnos a la INJUSTICIA, generada por los privilegios que se otorga el adversario y que no quiere perder, no tendríamos más SALIDA que aplicar la DESOBEDIENCIA CIVIL o la RESIGNACIÓN.
Sin embargo nuestro comportamiento habitual, no tiende a ser DESOBEDIENTE si no que tiende a RESIGNARSE
Efectivamente, somos super obedientes. Estamos educados para aceptar pacientemente las injusticias y obedecer las leyes que las generan.
¿Y esto porqué sucede?
Porque entre nuestra escala de valores, no está como primer valor la JUSTICIA, sino el ACOMODAMIENTO. Pero esto no siempre ha sido así. Por ejemplo, todas las personas que murieron enfrentándose a la dictadura.
Sin embargo ante una injusticia nuestra reacción más normal es el acomodamiento, por eso en nuestro nombre se invaden países, se matan a miles de personas, se les da nuestro dinero a los bancos para que los ricos sean más ricos, y a los pobres se les roba la vivienda y los echan a la calle, se recortan los salarios y se privatiza la sanidad, la educación, etc, y ante todo esto permanecemos impasibles, terriblemente refugiados en nuestra coraza de acomodamiento.
El acomodamiento, es el primer adversario al que tendremos que anular, y que se encuentra dentro de cada uno de nosotros/as. Si no nos enfrentamos también al "acomodamiento", difícilmente seremos capaces de enfrentarnos a otros males externos. No queremos decir que para enfrentarnos a un adversario externo, primero tenemos que anular al adversario que llevamos dentro de nosotros, no es eso, lo que sí tendremos que hacer primero es reconocerlo y establecer una estrategia noviolenta para dejarlo sin actividad interna, y así poder iniciar paralelamente cualquier actividad noviolenta frente a un adversario externo.
El acomodamiento, es el primer adversario al que tendremos que anular, y que se encuentra dentro de cada uno de nosotros/as. Si no nos enfrentamos también al "acomodamiento", difícilmente seremos capaces de enfrentarnos a otros males externos. No queremos decir que para enfrentarnos a un adversario externo, primero tenemos que anular al adversario que llevamos dentro de nosotros, no es eso, lo que sí tendremos que hacer primero es reconocerlo y establecer una estrategia noviolenta para dejarlo sin actividad interna, y así poder iniciar paralelamente cualquier actividad noviolenta frente a un adversario externo.
El acomodamiento es el que nos incita a agachar la cabeza ante la injusticia, y es quien favorece que el poder económico se mantenga, por muy injustas y terribles que sean las actuaciones del poder económico, nuestro acomodamiento es su licencia para actuar, pudiera parecer que ante la injusticia nuestra primera reacción es la violencia, pero no, nuestra primera reacción es la de resignarnos, mirar para otro lado, buscar alguna justificación y aguantarnos. Nos sentimos impotentes. Nos han hecho creer que el adversario, es tan poderoso, tan potente, que no podemos hacer nada.
Incluso cuando nuestra primera reacción ante la injusticia fuera la indignación y el rechazo, rápidamente nos venimos abajo e intentamos auto-convencernos de que no podemos hacer nada. Buscamos argumentos como, tengo que pagar la hipoteca, tengo familia e hijos, tengo un trabajo que mantener, no tengo tiempo, tengo mucha prisa, etc… y a renglón seguido, buscamos la forma de tranquilizar la conciencia, porque al fin y al cabo, de eso se trata, nos han hecho creer y lo tenemos tan asimilado, que si no podemos hacer nada para acabar con las injusticias, cuando menos tengamos nuestra conciencia tranquila de estar haciendo algo, y ahí aparece el mercado de salvadores de conciencias”, las ONGs. Si no me engancha una maratón publicitaria, busco en el mercado cuál da respuesta a la injusticia que no me deja dormir, hay respuesta “oenegística” para todas las injusticias, busco la mía y me pongo una cuota y ya está, por fin puedo dormir tranquilo. No es necesario ya nada más, ellos sabrán como gestionar mejor el dinero que les doy. Ya no es necesario que me preocupe más, doy por hecho que el dinero se invierte correctamente, que no hay gastos superfluos, que no se desvía para otros fines, etc., mi conciencia ya está tranquila, y he resuelto mi indignación y el rechazo ante la injusticia que me conmovió. Me siento en el sofá, conecto la TV y aunque haya imágenes que me vuelven a interpelar e indignar, intento auto-convencerme de que ya estoy haciendo lo que puedo, por tanto lo mejor será cambiar de canal. Soy uno más de los muchos solidarios acomodados. Y mi acomodamiento solidario, hace buena la máxima de que: TODO CAMBIA PARA QUE TODO SIGA IGUAL, en este caso, me creo que estoy haciendo algo para que la injusticia desaparezca, pero en realidad, TODO SEGUIRÁ IGUAL. Identificar en cada uno de nosotros esta actitud acomodaticia que tanto apoyo da al pensamiento predominante para el mantenimiento de la injusticia y la esclavitud mundial, será un pilar que tendremos que transformar, dejándolo en un primer momento sin actividad, porque mientras siga estando activo dentro de nosotros, no nos dejará actuar.
Aceptar la injusticia es lo más habitual entre nosotros, estamos educados para ello:
NO ESTAMOS EDUCADOS PARA ENFRENTARNOS
A LA INJUSTICIA.
Jean-Marie Muller, con respecto a la desobediencia escribe: “Si las injusticias están tan arraigadas en las sociedades, es porque se aprovechan de la obediencia de estas sociedades”. Así también se expresaba Gandhi: “Los responsables de nuestra sujeción, no son tanto los fusiles británicos como nuestra colaboración voluntaria. Frente a la injusticia, estamos muchos más acostumbrados a resignarnos y a colaborar que actuar incluso con violencia ante ella”
La desobediencia lleva a la puesta en práctica de los métodos de la no-cooperación, que intentan de coaccionar al adversario mediante la negativa deliberada a realizar una función cuya ejecución es esencial para el mantenimiento de su posición. Por tanto el mayor número de personas debe desobedecer a las instituciones, leyes, estructuras, regímenes, etc, que mantengan las injusticias .
En el siglo III; Maximiliano, un joven africano fue convocado ante el procónsul romano para ser incorporado al ejército, (por ser hijo de un veterano, el servicio militar le era obligatorio), pero Maximiliano se negó alegando que era Cristiano y no podía hacer el mal. El procónsul trató de convencerle pero él persistió en su actitud, lo que le llevó a la ejecución.
Thoreau escribía: “No conviene cultivar un respeto por las leyes tanto como por la justicia, las leyes nunca han hecho a los hombres un ápice más justos; y mediante el respeto a ellas, incluso los de mejor voluntad son cada día agentes de las injusticias”
La desobediencia no es contra las personas, sino contra los sistemas que las personas imponen. Una cosa será abogar por el orden establecido y defenderlo cuando este es causa de injusticia, y otra será el promover el orden. La obediencia a la ley implica la responsabilidad del ciudadano, y el que se somete a una ley injusta carga con la responsabilidad de esta injusticia. Hitler fue posible gracias a la colaboración y obediencia de la gran mayoría de los alemanes. En los juicios de los “criminales de guerra”, todos han argumentado que “obedecieron órdenes” de un gobierno legalmente constituido.
Franz Jagenstätter, campesino austriaco que murió en 1943 ejecutado tras negarse a servir en el ejército de Hitler, no pudo impedir a este seguir su obra, sin embargo fue un testigo solidario, ante el cual, todo el mundo está de acuerdo que fue la actitud más responsable. Si nos preguntamos para qué sirvió su desobediencia, tendríamos que preguntarnos también, para qué sirvió la obediencia.
Se toma como pretexto a menudo, la incompetencia del simple ciudadano para mantenerse en la sumisión incondicional a las decisiones de los poderes establecidos. So pretexto de incompetencia se quiere obligar al ciudadano a la irresponsabilidad. Hoy más que nunca, los poderes establecidos se recubren con la autoridad de los tecnócratas para reducir todas las opiniones al silencio.
La teoría tradicional de la democracia postula que el orden social no puede mantenerse más que mediante la obediencia a la ley, suponiendo que esta representa la opinión de la mayoría. Gandhi, con respecto a esto decía: “La experiencia me ha hecho ver que, si quiero vivir en una sociedad manteniendo mi independencia, tengo que limitarme a cuestiones de primera importancia para hacer valer las exigencias de una independencia total. En los demás terrenos en que no entra en juego ni la religión, ni la moral, hay que ceder a la mayoría; pero, la ley de la mayoría no tiene nada que decir donde le toca hablar a la conciencia”.
No es la ley quien debe dictar lo que es justo, sino que lo que es justo es lo que debe recoger la ley. Lo que debe de inspirar al hombre su comportamiento no es lo legal, sino lo que legítimo. El objetivo de la desobediencia civil no es el de abolir las leyes, sino el de mejorarlas de tal manera que puedan ser más conformes a las exigencias de la justicia y de la libertad. La desobediencia civil, decía Gandhi, es un derecho que la ley debería dar, pero que niega. Si la desobediencia criminal es efectivamente una amenaza para la democracia y puede conducir a la sociedad del caos; la desobediencia civil, es la garantía para defender a la sociedad de los abusos del gobierno. La desobediencia civil lleva consigo el estar preparado para la aceptación de las sanciones. Gandhi, ante el juez que le juzgaba, se pronunció así: “O dimite y deja así de asociarse con el mal, si considera que la ley que está encargado de administrar es mala y que en realidad soy inocente, o me impone la pena más severa si cree que el sistema y la ley que tiene que aplicar son buenos para el pueblo y que mi actitud, por consiguiente es perniciosa para el bien público”.
Estamos tan acostumbrados a obedecer que somos capaces de practicar la injusticia sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo, aunque la orden que obedecemos suponga prácticas monstruosas o incluso criminales, como podemos ver en los siguientes vídeos:
Por tanto si queremos realmente Educar para la Paz, no podemos hablar de Paz de manera genérica, el término Paz ha de ir acompañado de algún calificativo, y para el 30 de Enero, el calificativo es el término NOVIOLENCIA. Por eso el 30 de Enero no es el Día de la paz, sino el Día Escolar de la Noviolencia y la Paz.
Gracias, muy buena posición sobre el DENIP. Nosotros, desde Catedra de la Paz y Derechos Humanos Mons. Oscar A. Romero (Mérida, Venezuela) lo difundimos y realizamos en nuestro contexto el DENIP desde 1990. Saludos de Paz.
ResponderEliminarGracias. Un saludo desde España.
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