lunes, 9 de octubre de 2017

DESOBEDIENCIA CIVIL, PACIFISMO Y NOVIOLENCIA, EN EL CONFLICTO CATALÁN

           Se habla mucho en estos días, en los que la represión policial ha sido brutal en Cataluña, de la  respuesta cívica, desobediente y pacífica de la población catalana, queriendo hacer entender que respuestas de este tipo son noviolentas. El análisis de los hechos y el desarrollo de los acontecimientos nos dirán si realmente las podemos considerar como noviolentas o sólo son respuestas pacifistas dentro de una campaña de desobediencia civil.



        Desde fuera de Cataluña y basándonos exclusivamente en lo que los medios de comunicación de masas nos presentan, (que nos pueden dar una visión muy distorsionada del tema), entendemos que nuestra visión del conflicto puede albergar diferencias con respecto a quienes lo viven in-situ, y sin querer volver a la reflexión que hicimos anteriormente sobre el tema catalán, quienes no estuvimos allí, vemos una brutalidad policial indignante y por supuesto fuera de toda justificación, vemos una respuesta inteligente y pacifista, pero a nuestro entender, alejada de los parámetros de una respuesta noviolenta. La desobediencia civil, y las actuaciones pacifistas no son patrimonio de nadie, por lo que cualquiera con una mínima inteligencia se puede dar cuenta de que cualquier arma pacífica puede ser mucho más eficaz que una respuesta violenta. Otra cosa es, que cualquier respuesta pacifista o de desobediencia civil, esté dentro de lo que consideramos la moral y la ética de la noviolencia.  Queremos recordar algunos de estos parámetros que nos aporta Jean Marie Muller, en su libro: la estrategia de la acción noviolenta.
Para que una acción noviolenta tenga éxito y el impacto social que genere sea determinante, hace falta que suscite la comprensión y la simpatía en el seno de la población. El 50 % de la población catalana no simpatiza con esta movida. 
Hace falta que pueda crearse una cierta identificación entre la “mayoría silenciosa” y la “minoría activa”, de tal manera que el resistente se halle entre la población “como pez en el agua”. Se ha roto esta identificación.
“No son las minorías convencidas las que hacen historia, sino las minorías que saben convencer“. La minoría independentista, en lugar de convencer ha conseguido aumentado la brecha.
Por ello la estrategia de la acción noviolenta que busque un cambio económico y político debe permitir a capas cada vez más amplias de la población convencerse de lo bien fundamentado del objetivo perseguido y la necesidad de movilizarse para alcanzarlo. Es por ello que las “relaciones públicas” que el movimiento establece en el seno de la población son esenciales para su éxito. El aumento del deseo a la independencia se debe más a la actuación policial, que al convencimiento.
La campaña u acción, no debe ser el medio que utilizan los que participan en ella, para expresar su enfado o cólera, debe ser el medio para encontrarse con el público, conocerle y convencerle. Precisamente ha servido para todo lo contrario.
Las actitudes y el lenguaje deben de buscar siempre el acercamiento al interlocutor,· con el fin de que este se sienta interpelado. El lenguaje de insultos y amenazas a quienes no son independentista, ha aumentado la distancia.
De forma general, los métodos noviolentos elegidos deben crear en la opinión pública una receptividad mucho mayor a los argumentos esgrimidos por el movimiento. Es el caso del movimiento de Insumisión. Aquí los métodos de desobediencia civil, donde la minoría independentista impone su desobediencia a la mayoría no independentista, nos parece que en lugar de provocar una mayor receptividad lo que ha generado un mayor rechazo al movimiento.
Una manifestación violenta corre siempre el riesgo de no ser más que un monólogo ruidoso y confuso ante un público que permanece extraño a la acción que se desarrolla ante él pero sin él, la manifestación noviolenta puede llegar a ser un verdadero diálogo con un público que llega a ser partícipe en la acción. Las manifestaciones y slogans que hemos oído en la calle, contribuyen precisamente a todo lo contrario
Cuando los oprimidos recurren a la violencia para hacer valer sus derechos, despiertan en el adversario el instinto de solidaridad de especie que tienden a formar un bloque unido, incluso con aquellos adversarios moderados que en un primer momento estarían dispuestos a reconocer algunos de los argumentos de los oprimidos, viéndose empujados a alinearse con la línea dura del grupo. En esta situación, a los oprimidos les resultará muy difícil introducir la duda o la incertidumbre dentro del bloque que ha formado el adversario, y por tanto, no podrán llevar la lucha al terreno de la justicia en el cual los moderados podrían ser más receptivos a los argumentos de los oprimidos. En este caso, las actuaciones de los independentistas han conseguido, que desde el partido socialista hasta la extrema derecha se cree un bloque común, con el consiguiente peligro que ya advertíamos, (en nuestra reflexión anterior) de que en las próximas elecciones la derecha alcance de nuevo, la mayoría absoluta.
El uso de la violencia, alimenta un clima de miedo en el cual los grupos adversos parecen irreconciliables. Acordémonos de la guerra en los Balcanes. El miedo aumenta la desconfianza y la incomprensión que ya separaba a los grupos en conflicto, obstaculizando su comprensión y reconocimiento. El miedo, es un mal consejero. Es el miedo quien empujará casi siempre a cada uno de los grupos en conflicto a actos de violencia cuyas consecuencias podrían ser irreparables. Precisamente esto es lo que se está temiendo.
Siempre que se quiera abordar un conflicto de manera noviolenta, lo primero que habría que eliminar es el miedo entre las partes del conflicto. Se está dando todo lo contrario.
Primero serán los oprimidos los que deben de liberarse del miedo que les mantenían en una actitud de resignación y les impedían enfrentarse a sus opresores. En segundo lugar hay que trabajar para liberar a los opresores del miedo que les encerraba en sus privilegios y les hacía rechazar el reconocimiento de los derechos de los oprimidos. Los independentistas, posiblemente han perdido el miedo, en la mayoría de la población ha aumentado el miedo.
El respeto y la cortesía de la que dan prueba los resistentes noviolentos en el seno mismo del conflicto, garantiza a sus adversarios que no se aprovecharán ni de los derechos que les serán reconocidos ni del poder al cual accedan, para vengarse. Acordémonos de la actitud de Mandela en Sudáfrica. Algunas manifestaciones de destacados dirigentes independentistas, dan a entender todo lo contrario.
Una acción o resistencia noviolenta se caracteriza por el respeto a los que no participan en la resistencia e incluso con los que colaboran con el adversario, de esta manera se elimina el miedo a posibles revanchas, venganzas y ajustes de cuentas, (acordémonos de nuevo de Sudáfrica) que tanto se da en los vencedores que practican la violencia dejando heridas que tardarán años en cicatrizar, el ejemplo más directo lo tenemos en España con la represión del franquismo después de alzarse con la victoria. El movimiento de resistencia noviolento, siempre tendrá respeto al adversario, rehusará la violencia y se mantendrá inflexible ante la injusticia que practica del adversario. El respecto al adversario, entendemos que de manera general ha brillado por su ausencia, los que no son partidarios de la independencia han sido insultados, incluso la presidenta del parlamento catalán, les dijo que no eran catalanes.
La acción o resistencia noviolenta debe ser elegida libre, consciente y voluntariamente, sin que ello deba de excluir a quienes en un primer momento no lo vean claro y por tanto no estén dispuestos a solidarizarse con los resistente. La presión ejercida por los independentistas frente a quienes no lo son, deja mucho que desear.
Gandhi se enfrentó duramente contra quienes dentro de su partido, querían expulsar de la comunidad a los que no participaban en el movimiento de no-cooperación. Gandhi, a este respecto, decía en Young India, en 1921:

“Mientras dure la resistencia, habrá que continuar interpelándoles e invitándoles a unirse al movimiento en el que deben ser acogidos sin segundas intenciones, incluso si se deciden en la última fase de la lucha. Habrá entonces que aceptar que participen en una victoria por la cual no han luchado. Pues la lucha se ha realizado también para ellos, y sin ellos la victoria no estaría acabada”.
      Cuando oimos y leenos dentro del pacifismo expresiones como las siguientes, nos sentimos en la necesidad, de expresar nuestro punto de vista, porque entendemos que una cosa es la desobediencia civil y las respuestas pacifistas a un conflicto, que no son pratrimonio de nadie, y que se pueden dar desde muchos puntos de vista y por colectivos muy diferenes, y otra cosa muy distinta es una respuesta noviolenta. No nos confundamos.

  • De cargas policiales brutales hemos visto por desgracia muchas, pero de respuestas noviolentas con las del domingo pocas. Hemos de conseguir el máximo de imágenes para aprender. Analizarlas y sacar conclusiones.
La respuesta de desobediencia civil de la población ante las cargas policiales nos llena de esperanza, pero no podemos considerar todas las respuestas como noviolentas, hemos visto “volar sillas” contra la policía, insultos y otro tipo de agresiones, algo intolerable dentro de la respuestas noviolenta.  

  • estos días se ha desarrollado en Catalunya un potencial de lucha noviolenta de mucha intensidad y eso nos permite tener una gran esperanza. La lucha será larga y la relación de fuerzas nos es bastante desfavorable, pero en este duelo del David de la democracia contra el Goliat de los hijos del franquismo, David ha lanzado con su honda la piedra de la noviolencia y eso le hace muy poderoso. Por eso no hay que caer en la trampa de la violencia.
Vemos  que hay un potencial de noviolencia, pero desde la distancia no se percibe, y que a nuestro entender le queda mucho camino por recorrer, y que nos gustaría, que el análisis de las imágenes ayude a recorrerlo, empezando por la piedra que lanza la honda de la institución pública catalana, en la que el contenido de desobediencia civil oculta la acción noviolenta que no percibimos. 

  • Aunque es difícil, hemos de ver a los policías como personas. Vale la pena leer la carta de Gonzalo Arias a un policía y también la de Xirinacs.
  • Hay que procurar que la rabia, la indignación y el odio que produce la brutalidad de los que pagamos para que nos defiendan, duren poco dentro de nosotros. Son sentimientos que nos hacen daño a nosotros mismos y nos quitan energía para la respuesta noviolenta.
Esa rabia, indignación y odio, efectivamente hace daño al movimiento de desobediencia civil, alejándolo una vez más de su acercamiento a la noviolencia. Hemos echado en falta, en los días posteriores a la injustificable represión policial, aquello que escribía Gonzalo Arias en su libro “Los encartelados”, hace  casi 50 años:  “Guardia amigo, guardia hermano:  ayer me dabas palos; hoy miras desconfiado; mañana me darás la mano”. 
  • Alegrémonos de vivir en un pueblo con tanta gente inteligente, digna y magnífica. Y a seguir…
Felicitamos al pueblo catalán por la valentía, el civismo y la dignidad que ha demostrado, al abordar una causa con unos métodos, que aunque desde la distancia no los percibimos como noviolentos, sí que entendemos que encierran un fuerte potencial de noviolencia, tan fuertemente arraigado en grandes sectores de la sociedad catalana. Lamentamos que esas mismas cualidades no se hayan utilizado para exigir: a que los que han hecho y están haciendo tanto daño al pueblo catalán y también a todos los pueblos del territorio español; con el 3 %; llevándose  nuestro bienestar y progreso a los paraísos fiscales; que nos lo devuelvan; y lamentamos que ahora aparezcan como defensores de los derechos del pueblo catalán.







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