domingo, 1 de octubre de 2017

“Escuela: Espacio de Paz”, una PANTOMIMA más, de la Junta de Andalucía, para que TODO SIGA IGUAL



Nos llama la atención este programa de la Junta de Andalucía, que entendemos es heredero, de aquellos Seminarios de Educación para la Paz, que se pusieron en marcha con las primeras reformas educativas. Al echarle un vistazo comparativo, observamos la involución escandalosa que suponen programas tan inútiles como este, llegamos a la conclusión que el único objetivo que puede tener, es el que parezca que se hace algo, para que todo siga igual.

Decíamos en nuestra reflexión del mes de enero, “El 30 de Enero no es el Día de la Paz”(1),  que hablar de “paz”, de manera genérica, en abstracto es como no decir nada. Por tanto, hablar de Escuela Espacio de “Paz”, apoyándonos en las reflexiones de este artículo, que no vamos a repetir, es no decir nada. Porque “escuela espacio de paz” puede ser todo lo que a la administración le interese en cada momento. En este curso, “escuela espacio de paz” es, educar para la convivencia, que es otra forma de no decir nada.

Dice la Junta de Andalucía: (2)

La Red Andaluza «Escuela: Espacio de Paz» es una red de centros interesados en compartir iniciativas, recursos y experiencias para la mejora de la convivencia escolar y la difusión de la Cultura de Paz, contrayendo un compromiso de profundización en aspectos concretos de su Plan de Convivencia. La normativa que regula el funcionamiento de la Red pone el acento en la cultura de la evaluación, en la necesidad de visibilizar las buenas prácticas desarrolladas en los centros y en la voluntad de trabajar en red compartiendo propuestas, estrategias y recursos con toda la comunidad educativa.

En este párrafo se empieza mezclando dos conceptos muy distintos,  por un lado la “convivencia escolar” y por otro lado la “cultura de paz”, ya que habría que aclarar, qué entiende la Junta de Andalucía, por “convivencia escolar” y por “cultura de paz”. En el párrafo siguiente se aclaran algo estos interrogantes,  que a su vez  generan otros

Dice la Junta: Entre las señas de identidad de los centros que integran la Red Andaluza «Escuela: Espacio de Paz» destacan la promoción de los valores propios de una sociedad democrática, el respeto mutuo, la igualdad, el diálogo, la solidaridad y la resolución pacífica de los conflictos, contando con la participación de toda la comunidad educativa en la vida de los centros y la vinculación e implicación con su entorno.

Y los nuevos interrogantes son:

¿cuáles son los valores propios de una sociedad democrática?
¿Cuándo dice “solidaridad”, a qué solidaridad se refiere y solidaridad con quién?
Dice: “resolución pacífica de los conflictos” pero no dice “resolución justa de los conflictos”.

Los centros educativos pueden participar en la Red Andaluza «Escuela: Espacio de Paz» en modalidad unicentro o en modalidad intercentro, que supone la participación coordinada de varios centros de una misma zona educativa. Al final de cada curso escolar los centros de la Red Andaluza «Escuela: Espacio de Paz» pueden solicitar una evaluación externa para optar al reconocimiento como Centros Promotores de Convivencia Positiva (Convivencia+).

Otro aspecto a destacar es el compromiso que adquieren los centros de participar en los Encuentros Zonales de la Red y las acciones formativas a las que se les convoca para facilitar su actualización y compartir experiencias y recursos con otros centros.

Por último, para terminar con esta “pantomima”, lo único que se propone son seis actuaciones en el ámbito de la convivencia escolar.

Desde la Red Andaluza «Escuela: Espacio de Paz» se proponen seis ámbitos de actuación y profundización para la mejora de la convivencia escolar:
1. Mejora desde la gestión y organización.
2. Desarrollo de la participación.
3. Promoción de la convivencia: desarrollo de valores, actitudes, habilidades y hábitos.
4. Prevención de situaciones de riesgo para la convivencia.
5. Intervención ante conductas contrarias a la convivencia.
6. Reeducación de actitudes y restauración de la convivencia.

Expliquemos nuestros interrogantes:

· ¿Qué se entiende por “convivencia escolar”?
· ¿Qué se entiende por “cultura de paz”?
· ¿Cuáles son los valores propios de una sociedad democrática?
· ¿Cuándo dice “solidaridad”, a qué solidaridad se refiere y solidaridad con quién?
· ¿Qué quiere decir “resolución pacífica de los conflictos”.

Es posible que al plantear estos interrogantes nos respondieran que “su concreción se deja en manos de la comunidad educativa”, es la salida más habitual de los que han “ascendido a los sillones” de la Junta de Andalucía, repuesta con la que suelen quedar muy bien, pero que de nuevo no aclara nada, ya que ellos saben que todo está atado y muy bien atado, porque a esta simple respuesta es en sí misma engañosa, ya que habría que ponerle la coletilla, “dentro de la normativa vigente”, por lo que la respuesta a estos interrogantes habrá que buscarla dentro de la normativa vigente y aquí está el “quid” de la cuestión.

¿Qué entiende la normativa vigente por “convivencia escolar”?, según los objetivos del “plan de convivencia”, parece que la administración entiende por “convivencia escolar”:

“aquella que permite mejorar el grado de aceptación y cumplimiento de las normas y avanzar en el respeto a la diversidad y en el fomento de la igualdad entre hombres y mujeres”
“y aquella que facilita la prevención, detección y eliminación de todas las manifestaciones de violencia, especialmente del acoso escolar, de la violencia de género y de las actitudes y comportamientos xenófobos y racistas”.
Pues bien, parece ser que “convivencia escolar” es:
· La mejora del grado de aceptación y cumplimiento de las normas.
· Respeto a la diversidad
· fomento de la igualdad entre hombres y mujeres”
· la prevención, detección y eliminación de todas las manifestaciones de violencia
· prevención, detección y eliminación del acoso escolar, de la violencia de género y de las actitudes y comportamientos xenófobos y racistas

Con respecto al primer punto: “La mejora del grado de aceptación y cumplimiento de las normas”; normas, que vienen impuestas de arriba hacia abajo, sin participación del colectivo al que se le hace responsable de la falta de convivencia escolar, tiene su primera incongruencia, porque lo primero que pone de manifiesto, es el paternalismo del “Papá Estado”, que es quién sabe lo que a sus “hijos” les conviene, como dice Adela Cortina en su libro, “La ética de la sociedad civil”, “consiste el paternalismo en imponer determinadas medidas en contra de la voluntad del destinatario para evitarle un daño o para procurarle un bien. El paternalismo está justificado cuando puede declarase que el destinatario de las medidas paternalistas es un “incompetente básico”, en materia de que se trate y, por lo tanto, no puede tomar al respecto decisiones racionales”. ¿Piensa la Junta que el estudiante, objeto al que le achaca la falta de convivencia escolar es un incompetente básico?, todo indica que sí, por eso se aborda el plan de mejora de la convivencia escolar diciendo que hay que actuar para: “La mejora del grado de aceptación y cumplimiento de las normas”.  La Junta no entiende que la falta de aceptación y el cumplimiento de la norma no se debe a que el alumno/a es un “incompetente básico”, sino a la forma en la que la norma se elabora y se aplica; a este respecto señala Freinet, “el principal criterio para que exista una aceptación y la norma sea cumplida es que ésta sea discutida y asumida por todos/as”. La preocupación de la Junta está en tener a estudiantes y profesorado obedientes y sumisos, confundiendo una vez más obediencia con el respeto. La aceptación y cumplimento de las normas no debería ser sólo obedecer la norma que te viene impuesta desde arriba, sino que esto nos debería de llevar también a reflexionar sobre el modelo educativo, sobre los centros tan poco aptos para la convivencia, sobre las prácticas pedagógicas y sobre la organización de los centros.
Los demás objetivos no son más que elementos decorativos impuestos por la moda de cada momento. En estos momentos no hay plan social que no contemple, el respeto a la diversidad, fomento de la igualdad entre hombres y mujeres, la prevención, detección y eliminación de todas las manifestaciones de violencia, la prevención, detección y eliminación del acoso escolar, la violencia de género, las actitudes y comportamientos xenófobos y racistas. Todos estos males contra los que se pretenden actuar desde la convivencia escolar, es un “parche” más de un sistema que genera y favorece precisamente este tipo de comportamientos, y que se manifiestan con más o menos intensidad en todas nuestras áreas de relaciones humanas, pero que son inherentes al sistema social y político dominante, por lo que si el primero de los objetivos es “La mejora del grado de aceptación y cumplimiento de las normas”, con esto es suficiente para seguir pensando que el programa “Escuela: Espacio de Paz”, es pura pantomima. 

El segundo aspecto que se mezcla en este programa es el de la difusión de la Cultura de Paz, sin embargo nada encontramos en los objetivos en relación a la Cultura de Paz, todo se centra en torno a la convivencia escolar. El Investigador para la Paz, J. Galtung, presenta la Cultura para la Paz, como una “alternativa a la violencia cultural”. Así la violencia cultural consiste en todos aquellos discursos, himnos, creación de instituciones que refuerzan la violencia estructural y pueden desencadenar la violencia directa. Según Galtung, una de las características de la violencia cultural, es que “hace opaca nuestra responsabilidad moral”. Por tanto a la hora de hablar de Cultura de Paz, lo primero a lo que nos debería de invitar la Junta es a que nos interroguemos sobre nuestras responsabilidades morales y en cómo se podrían hacer las cosas de otra manera, y a renglón seguido nos debería de invitar a denunciar la violencia cultural o simbólica y a darnos cuenta, de que si no lo hacemos, estaremos actuando como si no tuviéramos responsabilidad alguna, así mismo, también debería de favorecer unas relaciones distintas y más horizontales dentro de la comunidad educativa. La ONU, organismo nada sospechoso, en su manifiesto del año 2000 “Cultivar la Paz,” daba los siguientes indicadores para las nuevas culturas de la paz: Respetar todas las vidas, rechazar la violencia con un compromiso positivo con la práctica de la noviolencia activa, desarrollar mi capacidad de ser generoso compartiendo mi tiempo y mis recursos materiales con los demás, escuchar para comprendernos en la multiplicidad de voces y culturas en que nos expresamos, preservar el planeta que significa un consumo responsable y con criterios de justicia y, finalmente reinventar la solidaridad: reconstruir unas sólidas relaciones entre los seres humanos. Todo esto imposible de alcanzar si el primero de los objetivos es: La mejora del grado de aceptación y cumplimiento de unas normas que favorecen, precisamente, todo lo contrario a estos objetivos.  

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